La palabra diácono, según su etimología, proviene del griego “diakonos”, que a su vez se deriva del latín “diacunus” cuyo significado es “servidor. Este vocablo es muy utilizado en el ámbito religioso para definir a aquel hombre dedicado a servir a los demás, compromiso que adquiere, al ser miembro de la iglesia. El origen de los diáconos se remonta al siglo l a.C, cuando el cristianismo se fue esparciendo rápidamente, por lo que el número de fieles fue aumentado de igual manera. A raíz de esto las tareas dentro de la iglesia fueron incrementándose y los discípulos de la iglesia, no podían cumplir con todo. Por este motivo algunos apóstoles solicitaron a los representantes de la iglesia, que escogieran a un grupo de personas para que sirvieran como ayudantes. De allí fue que surgieron los primeros diáconos.

Cada iglesia establece deberes específicos para los diáconos, por ejemplo en la iglesia pentecostal el diácono ayuda al pastor en la toma de decisiones y cuidan de la iglesia, además de participar en ceremonias de supuestos exorcismos. Los pentecostales aprueban que las mujeres puedan ejercer ese rol.
En la iglesia católica el diácono está autorizado para proclamar el evangelio, asistir y predicar en la iglesia, presidir la celebración del sacramento del matrimonio y del bautismo; sin embargo no puede administrar el sacramento de la unción de los enfermos ni el de la reconciliación. Del mismo modo y dependiendo de su jerarquía, un diácono puede tener a su cargo la administración de una parroquia, presidir las misas dominicales, aunque no puede consagrar la eucaristía ya que esto le corresponde a los sacerdotes.
Dentro de la iglesia católica, existen dos clases de diáconos:
El diácono transitorio, es aquel a quien se le otorga este ministerio por un tiempo determinado, iniciando una vez que culmina sus estudios, hasta que esté lo suficientemente maduro como para ordenarse como sacerdote, es decir, el diaconado es un requisito que deben cumplir aquellos jóvenes que desean ordenarse sacerdotes.
El diácono permanente, esta clase de diaconado fue restituida por el concilio del vaticano ll, y se le otorgo a los hombres casados. El diácono permanente debe ser un hombre de moral intachable, misericordioso, caritativo y servicial. Se le exige que sea casado y que su esposa de la autorización, por medio de un escrito, aceptando la ordenación de su esposo.